Conocí a David a través de Elena Garro, mientras leía sus memorias de la Guerra Civil de España. En el libro ella expone una visión muy personal de este hecho histórico, habla del miedo, del hambre, de la amistad, y entre otras cosas, de los ojos verdes del pintor mexicano David Siqueiros.
Meses después la suerte me extendió la mano, me llevó hacia Quito y a una festividad que celebraba la Revolución mexicana. ¡Mirad mi suerte, David se apuntó a la misma fiesta! Leí su nombre en la lista de los artistas. Él estaría en la exposición que sería inaugurada a continuación de las solemnidades. Me puse ansiosa por verlo y, al cruzar la puerta de la sala de exposiciones sentí su mirada, vi sus ojos verdes gigantes, fuertes, expresivos. No me podía creer en lo que veía, un autorretrato de David Siqueiros, justo un “close” de sus ojos y nariz.
Ni Guayasamín tan cerquita, tampoco Kingman, nadie consiguió sacarme de aquel momento de colores y densas texturas. Y así fue que David y yo nos encontramos, mirándonos a los ojos, como a mi me encanta.
Vuelvo al blog por insistencia de Belén en el facebook y aquí comprendí el porqué de ella hablar de poesía y corazón se la columna era de pintura. Congratulaciones Carolina! Ahora soy yo quien gustaría muchíssimo ver esta mirada.
ResponderEliminarUn abrazo, Lívia Duarte
Gracias Lívia! Sigue faltando un texto tuyo aquí!
ResponderEliminarUn beso, Carol