Bianca Stamato
Preparándome para el desfile |
Por eso, siempre me sentí un poco aislada, ya que los cariocas típicos, que van religiosamente a la playa todos los domingos y aman el carnaval incondicionalmente, no osan criticar algunas de nuestras costumbres. Ellos son un pueblo de optimistas y yo, al revés, soy una aguafiestas que estropea la diversión ajena con mi pesimismo o, por lo menos, con mi desconfianza de que no todo es la octava maravilla del mundo.
La idea de ponerme un disfraz y celebrar la vida sin cualquier motivo me resultaba absurda, así que nunca había comprendido el carnaval, la fiesta carioca por excelencia. El “Sambódromo”, para mí, representaba la quintaesencia de la alienación del pueblo, que durante el carnaval se olvida de su condición desfavorable para divertir a los más ricos. Siempre me pregunté cómo aquellos que más sufren en la vida pueden experimentar tanta felicidad.
Desfilar en la Avenida Marquês de Sapucaí era algo inimaginable en mi vida, hasta que pasé por un período de profunda tristeza el año pasado. El padecimiento cambió totalmente mi perspectiva ante la vida y, consecuentemente, mi mirada sobre el carnaval; la tristeza no solo no anula la alegría sino que la refuerza. Uno debe reírse de sí mismo y de sus tragedias para que la vida sea soportable. A veces tenemos que hacer el payaso, bromeando con todo. La locura no está en celebrar el simple hecho de vivir sino en recusarse a hacerlo.
El carnaval significa justamente la oportunidad de olvidarse de la realidad y de sustituirla por la fantasía, la alegría y la payasada. Terminada la fiesta, todos volvemos a nuestras vidas llenas de sueños, deberes y frustraciones. Durante el carnaval nos podemos disfrazar y cambiar de vida, de sexo, de amor y de clase social; el peón se hace rey y Pierrot tiene el amor de Colombina.
Doña Ivone Lara |
Antes del desfile, asistí a los ensayos en el barrio de Madureira y la alegría de la batería, apodada merecidamente sinfónica, me contagió. En medio de los “agogôs, bumbos y cuícas” mi corazón no se quedó indiferente a la samba, que late intensamente como la propia vida.
Escudo de la "escuela" Império Serrano |
Ni la espera de más de tres horas de concentración en plena Avenida Presidente Vargas ni el peso de mi fantasía, toda negra y dorada, me descorazonaron. Cuando entré en la Avenida, cantando la samba y saltando de alegría, finalmente comprendí el carnaval: no hay que explicarlo racionalmente sino sentirlo. El desfile es toda una vivencia que difícilmente puede ser traducida en palabras ni en tesis. Es un momento de pura magia, muy lejos de la realidad pero muy cerca del corazón. Desde dentro de la Sapucaí vi a la gente sencilla hacerse rey y reina; vi a la gente pobre volverse muy rica y a la gente fea ponerse bonita. Yo que ya estaba un buen rato mal con la vida me convertí en alegría.
Es verdad que después del Miércoles de Ceniza todo volvió a lo que era antes y el Império Serrano, a pesar de ganar el galardón “Estandarte de Ouro”, no fue promovido al Grupo Especial. Pero esto es tema para un reportaje a ser escrito por la vieja Bianca pesimista de siempre.
Bianca, tu crónica sobre tu experiencia de desfilar este año enSapucaí me ha encantado. Como no soy carioca (de nacimiento) a veces me cuesta trabajo entender la fiesta, lo que surge de emoción en esos días. Tú lo explicas muy bien y haces que comprendamos la fuerza de esa tradición que se vive tan intensamente, sobre todo, entre los que menos tienen. ¡Gracias por tu texto!
ResponderEliminarEstoy muy contenta de formar parte del grupo de los insistentes. Gracias por el comentario.
Eliminar¡Felicitaciones Bianca! Me gustó mucho el artículo. ¡El año que viene Los Insistentes en la Marques de Sapucaí!
ResponderEliminar¡Seguro que sí! Incluso podemos crear el bloque de los insistentes y amigos.
Eliminar¡Enhorabuena Bianca! Tu crónica me hace viajar por la magia del Carnaval. Creo que no es una pesimista. Pesimistas no viven tan intensamente las oportunidades que la vida ofrece. Estoy de acuerdo con Herbet… ¡El año que viene Los Insistentes en la Marques de Sapucaí!
ResponderEliminarMuchas Gracias por tus palavras Karen. ¡Que vengan más oportunidades para que posamos ser felices!
Eliminar¡¡A la Avenida!!! Insistentes, ¿os imagináis cuál puede ser nuestra "fantasía"?
ResponderEliminarCualquiera será perfecta... ¡somos tan guapos! Y quién sabe si nuestros lectores también querrán desfilar con nosotros... Gracias al texto de Bianca entiendo más la razón de esa misteriosa energía que nace y muere en Sapucaí y que nos renueva por dentro: la búsqueda de la alegría. Bianca, ¿conoces el poema de Benedetti "Defensa de la alegría"?
http://www.poesia-inter.net/mbap083.htm
No dejes de leerlo, Bianca, ( y todos lso que estéis leyendo este 'post').
Creo que Karen tiene muchísima razón. La alegría no es estar tontamente alegre...
Por si no conseguir llegar al poema de Benedetti, os lo dejo aquí:
ResponderEliminarDEFENSA DE LA ALEGRÍA
a trini
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Querida Belén, te agradezco por este regalo. Me encantó el poema de Benedetti.
Eliminarclaro, la "fantiasia" es lo que menos importa
EliminarQué bonito tu artículo, Bianca. Me ha conmovido tu esfuerzo por salir en busca de la alegría, que a veces no viene sola, ¿verdad? Alguien dijo una vez que "nada necesita menos esfuerzo que estar triste" y yo creo que es verdad. Es que la alegría es un acto voluntario, no siempre llueve del cielo. Podíamos ser un poco "voluntarios" de la alegría, "forjadores" de sueños, aunque sea por un día. Supongo que eso, entre otras muchas cosas, es el carnaval. Yo soy muy sosa para disfrazarme, no tengo arte para eso. Pero tal vez es que debería esforzarme más, :-). En cuanto al poema, no podías haber elegido uno mejor como corolario al artículo de Bianca y como elogio de la alegría, Belén. Una vez más, gracias,insistentes, desde el otro lado del charco, donde, en el momento actual, no es que abunden los motivos "objetivos" de alegría, pero, si uno los busca, los encuentra, y , a veces, más cerca de lo que creemos.
ResponderEliminarUn beso, insistentes, perseverantes e infatigables defensores de la alegría.
Victoria, me encantó la idea de ser una "voluntaria" de la alegría. Yo también me creía muy sosa para ponerme disfrazes, pero ahora estoy segura de que no es necesario tanto esfuerzo. Basta un poquito de osadía para abandonar la autocrítica. Muchísimas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarCon el texto de Bianca me recordé de Don Quijote, de Cervantes, (vete a saber por qué):" Unas veces huían sin saber de quién y otras esperaban sin saber a quién".
ResponderEliminarQuizá en:"muy lejos de la realidad" y "para defender a mi escula", yo vislumbré algo de quijotesco (idealista, soñador, caballeroso), pero, como ...
"En los ánimos encogidos nunca tuvo lugar la buena dicha".
Miguel de Cervantes
Defendamos la alegría como un derecho!
Bianca, gracias por tu receta de alegría.
Claro, la "fantasia" es un detalle
ResponderEliminarBianca, me encanto tu artículo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias a todos por los comentarios amables! Vuestros comentarios me estimulan a seguir escribiendo. Saludos desde Brasil.
ResponderEliminarPies, siga escribiendo, Bianca. Fue un placer leerte.
ResponderEliminarEl texto de Bianca me encantó, suena muy poético y de mucha sensibilidad. Pero, como una apasionada por Rio de Janeiro, me gustaría destacar algunos aspectos de esa ciudad y de sus ciudadanos que a Bianca le causan enfado y que a mi me causan admiración: la riqueza cultural, fruto de la mezcla de clases sociales, de gente de distintas provincias de Brasil, distintos orígenes, distintos países, distintas generaciones. Todos viviendo muy cerca, favorecidos por la naturaleza y por el clima de la ciudad. En Río hay mucha diversión al aire libre por la que no se paga nada. Hay también una cultura de los “botecos” (bares muy sencillos y populares), de las playas, de las plazas, de las calles; etc. Todo eso favorece la convivencia, la mezcla. Eso que Bianca sintió en el Carnaval pasa, en un grado más pequeño, todo el tiempo en Río, lo que es maravilloso.
ResponderEliminarHola :) Me gustó mucho tu relato sobre esa gran experiencia del carnaval, como comentan arriba suena tan poético, que uno con alma musical se pone a soñar que se puede llegar muy lejos....tan lejos como un día vivir esa experiencia y como dices regresar a la cotidianeidad con más esperanzas y energía para afrontar la vida misma. Ojalá algún día también pueda desfilar en la Sapucaí y sentir mi corazón vibrando al ritmo de un hermoso samba-enredo, dejando parte de mi ser en una escuela.
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