Carolina Vital
Estimados mestres calceteiros:
Pienso en ustedes todos los días, tengo la ilusión de que un día vendrán a visitarnos aquí en Río de Janeiro, que les encantará la ciudad, que se quedarán y tendrán muchos calceteirinhos, todos talentosos como sus padres en este arte de hacer aceras. Les cuento mis motivos.
Para empezar les confieso que a mí me encanta su Lisboa, me parece muy bonita, agradable y me di cuenta de que gran parte de este sentimiento se lo debo al trabajo de ustedes. Las piedras de las aceras me hacen sentir en casa, son ¡tan mías y tan suyas al mismo tiempo! Entre ellas, las de la Rua Augusta se destacan, son preciosas, y su piso brilla por la noche a la luz de los postes. ¡Qué trabajo tan bueno realizan ustedes, calceteiros! Las piedras quedan juntas, ordenadas, no pelean, no salen de su sitio y forman parte de preciosos patrones. De verdad, no me canso de mirarlas.
Pero las piedras portuguesas no se comportan de la misma manera aquí en el centro de Río, quizás porque se sienten extranjeras, no lo sé, pero no se acomodan tan bien en nuestro suelo. Ellas se rebelan desordenadas, quedan desniveladas y suelen salir de sus sitios. La acera sufre mucho con todo esto, está siempre rota, fea, oyendo ofensas y quejas de los peatones todos los días. ¡Vaya sino! Yo no aguantaría una vida así...
La gente dice que es responsabilidad del Ayuntamiento: la falta de conservación, el desinterés político y la absoluta falta de preparación de los funcionarios que las arreglan. Se habla también de problemas con el alcantarillado, viejo y roto, cuyas obras “cosméticas” ya no consiguen ocultar su pésima condición. El agua negra sale siempre a la superficie, oliendo mal como la propia política.
Por todo eso, calceteiros, les pido un favor. ¿Qué les parece venir a visitarnos? Quizás con su ayuda conseguiremos mejorar las cosas por aquí, aunque sean sólo nuestras aceras... Mis tacones estarán eternamente agradecidos.
Un gran abrazo,
Carolina
Calceteiro es como se llama al profesional que hace las aceras de piedras en Portugal y Brasil.
¡Ojalá los mestres portugueses acepten tu invitación, Carol! Mis tacones también estarían eternamente agradecidos... Felicitaciones por texto tan sensible. ¡Me encantó!
ResponderEliminarEl centro de Rio necesita urgente de la ayuda de los calceteros. No sé porque insisten en poner ese tipo de acero, es bién bonito, pero un gran centro como el nuestro no aguanta. Además, mis tacos también estarian eternamente agradecidos! Que carioca nunca se cayó o casi se cayó en el centro, o quedo con el taco atrapado entre las piedras. A mi ha pasado algunas veces.
ResponderEliminarFelicitaciones por el texto.
Maria Eugênia
En verdad, pienso que el problema no está en la utilización de las piedras, sino en la argamasa usada en el encaje y en la técnica de composición de los mosaicos. En Lisboa las aceras son perfectas y la playa de Copacabana es - también - conocida por sus aceras decoradas con lindos mosaicos de
ResponderEliminarpiedras portuguesas, que imitan el movimiento de las olas.
Reitero la petición de Carolina a los "mestres calceteiros": que vengan y nos ayuden a preservar esta herencia lusitana
Estoy de acuerdo con Carolina: animemos a los artistas lisboetas a que se den una vueltecita por esta ciudad maravillosa, maravillosa sobre todo para los dueños de tiendas de "reparación de calzados". A veces veo a nuestros "calceteiros" cariocas arreglando mi acera de Copacabana.La impresión que dan es que están haciendo esa labor, que por su esencia es cuidadosa, diría amorosa, con guantes de boxeo.
ResponderEliminarUstedes me entienden...
¡Gracias chicas! Estoy de acuerdo, claro, con vuestras quejas... pero a mi me encantan las aceras de piedras, creo que algun esfuerzo en la conservación ya arreglaría las cosas.
ResponderEliminarY Laura, aún más interesantes son las aceras de Vila Isabel, hay partituras de músicas a lo largo de la calle, ¡es precioso!
Como se dice "partituras" en español? jajaja
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