Fabricia Luque
En las primeras clases de Historia del Arte conocí una manifestación artística del Paleolítico que me encantó: la pintura rupestre en cuevas, especialmente las de Altamira, en España, y de Lascaux, en Francia, conocida como la Escuela Francocantábrica. Nadie se queda indiferente ante las escenas que representan toros, caballos, vacas..., con ese alto nivel de realismo. Me conmueve mirar esas pinturas de aproximadamente 14.000 a.C. (Altamira) y 17.000 a.C. (Lascaux), - según los análisis del material orgánico con carbono 14 -, y constatar la capacidad del hombre, antes incluso de la invención de la escritura, de expresarse de manera tan sensible y encantadora.
Altamira |
En aquella época, los hombres solían formar comunidades de grupos reducidos que vivían de la caza, de la pesca, de la recolección de frutos, raíces…, - por eso son llamados cazadores-recolectores -, y se servían de las cuevas para protegerse de la intemperie.
Las pinturas tienen relación con creencias mágicas cuyo objetivo era conseguir una caza abundante y protección. Fueron hechas con pigmentos minerales ocres, marrones, amarillentos y rojizos, mezclados con aglutinantes como la grasa animal, mientras el contorno de líneas negras de las figuras se realizó con carbón vegetal. Además, aprovechaban el relieve natural de la roca y a veces la modelaban interiormente para dar un efecto de volumen y movilidad. De hecho, el relieve de la cueva y el raspado de ciertas zonas aportan a las imágenes gran movilidad y expresividad. Las representaciones rupestres podrían ser imágenes de significado religioso, ritos de fertilidad, ceremonias para propiciar la caza.
Lascaux |
La cueva de Altamira la descubrió Marcelino Sanz de Sautuola y su hija en 1879. Recibió visitas a partir de 1970, sin embargo está cerrada desde 2002 a causa de la necesidad de preservar su integridad. Hoy en día se puede visitar el Museo de Altamira, donde hay una réplica de la cueva.
En verdad, sensible y encantador es el texto y además contiene informaciones muy importantes.
ResponderEliminarMuy interesante. No conocía esas cuevas y la belleza del arte ruprestre.
ResponderEliminar¡Me encanto el texto sobre las cuevas de Altamira y Lascaux, es muy interesante! Tuve ganas de visitarlas. ¡Gracias Fabricia!
ResponderEliminar¡Gracias, chicos!
ResponderEliminarVamos a sugerir al Instituto Cervantes un viaje para los Insistentes a las cuevas. :)
Animáos a escribir sobre el arte también.
Me impresiona la grandeza de estas pinturas, principalmente se pensamos hace cuanto tiempo fueron hechas. ¡Tu texto es precioso, Fabricia! Congratulaciones...
ResponderEliminarEl arte en las cuevas de Altamira y Lascaux es un testimonio artístico-documental de la Prehistória. El texto de Fabricia inauguró con estilo la sección de
ResponderEliminarArte. Enhorabuena!
Yo he estado en Altamira (fue una suerte porque era una visita con arqueologos y cuando ya no estaba abierta a turistas). Es impresionante, incomprensible, e inolvidable. Gracias por traernos a la revista el arte prehistórico. ¿Verdad que la obra artística siempre es hermosa y perfecta? Da igual que sea un Picasso, un Pollock, un Rembrant o un anónimo hombre de las cavernas. La contemplación nos emociona y nos enseña lo mejor de nuestra especie: su capacidad de crear belleza. ¡Gracias Fabricia, no sabes cuánto he disfrutado con tu texto!
ResponderEliminarQué bien nos viene de vez en cuando que alguien nos refresque esas cosas que una estudiaba en el cole, entre bostezos y miradas subrepticias al reloj, que luego conoció de mayor, con asombro, y que siempre nos recuerda que, en aquel pasado cronológicamente tan remoto, vivían hombres que, básicamente, en su interior, seguramente no se diferenciarían tanto de los que hoy en día habitamos este pequeño planeta. Y que, como nosotros también, en medio de las dificultades, la incertidumbre y los sinsabores de la vida, sentían ese impulso trascendental de crear belleza. Gracias, Fabricia, por hacerme pensar en eso.
ResponderEliminarGracias, Victoria, por tu partipación en los comentarios de nuestra revista y por acordarnos de que al final somos todos iguales en la búsqueda del sentido de la vida.
ResponderEliminarCuanto tiempo
ResponderEliminara
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