viernes, 29 de abril de 2016

El Inca Garcilaso: mestizo biológico y espiritual de Hispanoamérica

Laura Freitas

Los conquistadores tenían razón. Los pobladores de América, los indios, no poseían escrituras de propiedad, nadie podía documentar que esas tierras les pertenecían, hasta porque vivían en la barbarie: sus vestimentas, sus dioses falsos, sus sacrificios humanos, el desinterés por tanto oro y tanta plata probaban su incivilidad. (¡Qué gentes tan primitivas!)

Escritor, cronista e historiador, Gómez Suárez de Figueroa, llamado Inca Garcilaso de la Vega, nació en 1539 en Cuzco, Perú, y murió en 1616 en Córdoba, España. Hijo de un conquistador y noble español de la facción de Pizarro y de una princesa inca, abandonada a causa de la presión de la Corona que obligaba a los nobles españoles a casarse con damas españolas.

Su primera lengua fue el quechua, que aprendió junto a su madre y sus parientes más cercanos en Cuzco.

A despecho de ser mestizo, bastardo e hijo de ocasión y pecado, recibió gran atención de su padre, que lo ayudó a estudiar en España, donde siguió la carrera militar, como él. Se formó en las corrientes humanísticas europeas de su tiempo, así que inició un proyecto historiográfico del pasado de América, con especial esmero en el Virreinato del Perú, donde nació.

Historia de la Florida del Inca es una crónica sobre la soberanía española que sometía a los indios al cristianismo. Sus relatos, a partir de recuerdos de infancia y juventud transmitidos por sus parientes, constituyen un documento importante que reivindica las tradiciones incaicas; además, es el punto de partida de la Literatura de Hispanoamérica.

Garcilaso es el gran cronista de la historia antigua del Perú. Su vida y obra reflejan una época en que convivían dos culturas diferentes y como mestizo, él se sentía identificado con ambas.

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