Fátima Paschoal
El pasado día quince de mayo fue muy triste
para México, para los pueblos de lengua hispana, para el mundo del arte en
general y de la literatura mundial.
La razón es que murió, a los ochenta y tres años, Carlos Fuentes, escritor
mexicano, considerado una de las figuras más destacadas del escenario mundial
por su trabajo incesante como catalizador y arquitecto del "boom"
literario latinoamericano. Recibió muchos premios a lo largo de su vida,
destacándose, en 1987, el Premio Cervantes, el más importante de la Literatura Española.
Fuentes era hijo de diplomático, nació en 1928 por casualidad en Panamá, y
vivió en distintos países hasta su adolescencia cuando regresó a México, donde
se radicó hasta 1965.
Su vivencia en México definió su obra, que reflexiona sobre la filosofía de
"lo mexicano". Desde su primer libro "Los días
enmascarados", que se publicó en 1954, Fuentes se preocupó intensamente en
discutir la identidad mexicana, buscando formas de expresarla. En consecuencia,
fue uno de los fundadores de la mítica Revista Mexicana
de Literatura.
Fuentes, autor de obras como, entre otras, "La muerte de Artemio Cruz", "Aura", "Tierra Nostra" y "Gringo Viejo", era también colaborador habitual de periódicos, entre ellos EL PAÍS. Fue diplomático, embajador de México en Francia, delegado de México ante los organismos internacionales con sede en Ginebra, delegado en el Centro de Información de la ONU en México, además de tantas otras funciones muy importantes para la divulgación y desarrollo de su país.
La muerte del gran cronista, uno de los gigantes de las letras mexicanas, conmocionó profundamente al mundo de la cultura. Muchas fueron las manifestaciones sobre su obra y su personalidad. El escritor Héctor Aguilar Camin, por ejemplo, ha dicho que Fuentes "fue un personaje extraordinario, de vitalidad única en las letras hispanoamericanas, de gran riqueza mental, biográfica y literaria. [...] Muere en plenitud, en un momento de plena lucidez".
Según el también escritor Jorge Volpi, Carlos Fuentes "convirtió México en su principal tema y como diplomático que era lo abrió al mundo. Como Balzac, hizo de México una metáfora de la condición humana".
Fuentes, además de brillante narrador y político, era también un gran aficionado al cine. Escribió numerosos guiones, algunos con Gabriel García Márquez, su gran amigo. Su novela "La cabeza de la hidra" fue llevada al cine en 1981 por el director mexicano Paul Leduc con guión del propio Fuentes.
Desafortunadamente Fuentes nos deja en el momento en que comenzaba a escribir un nuevo libro tras haber participado de la Feria del Libro de Buenos Aires, en el inicio de mayo, cuando presentó el ensayo "La gran novela latinoamericana", de 2011, y el libro de cuentos "Carolina Grau" de 2010.
Más que un escritor, se perdió un hombre de su tiempo; un hombre que supo defender sus ideas con fuerza y seguridad. Fuentes decía que escribía para seguir siendo. Y así fue.
Aquí se puede pinchar para leer una interesantísima entrevista con Carlos Fuentes.
Gracias, Fátima. Carlos Fuentes, como todo escritor que entra en política y opina de cuestiones de identidad, es bastante polémico. ¿Qué opináis de sus opiniones?
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