Rosa Santa Isabel
Pascual Serrano, un joven escritor catalán, en su libro “Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo” trata de cómo los medios de comunicación mundiales nos desinforman, en lugar de informarnos.
A pesar de las estratagemas utilizadas por los medios, como la omisión de hechos, el disimulo y, en muchas ocasiones, la mentira, existe una gran sensibilidad ciudadana en relación a la manipulación de los medios. Entre los ejemplos mencionados por Serrano está el del atentado de Atocha en Madrid el 11 de marzo de 2004. En esa ocasión, la población, por medio de móviles o de Internet, envió mensajes con alertas respecto a las dudas que existían sobre la “verdad oficial” del gobierno de Aznar. La falsa verdad de que ETA estaba implicada en el atentado se desenmascaró con una insurrección de millares de personas reunidas en la Puerta del Sol. Otro ejemplo es como los medios de comunicación de todo el mundo divulgaron como verdaderas, sin antes comprobar, las informaciones de la Casa Blanca que justificaron la invasión americana a Iraq. Mientras veíamos por la tele cómo Estados Unidos bombardeaba Iraq y se aprovechaba no solo para matar a su población, sino para quitarle su petróleo.
Cada día crece más el número de personas que se da cuenta de la existencia de ese sistema de fabricación de mentiras y de los mecanismos de censura utilizados en gobiernos “democráticos”. Es un error pensar que al tener más información, tenemos más libertad. En realidad, tenemos escasez de verdadera información. Lo que nos ocultan son formas de “censura invisible” utilizadas por gobiernos y por grupos de comunicación.
Según el experto en teoría de la comunicación y presidente de “Le Monde Diplomatique”, Ignacio Ramonet, la situación de los medios de comunicación es de crisis. No se puede negar el control cada día más descarado que los grupos de accionistas tienen sobre las líneas editoriales, sobre Internet y sobre la prensa gratuita.
A finales del siglo XIX se produjo la industrialización de la prensa. Ese desarrollo industrial consiguió lo que ningún gobierno había conseguido: alejar cualquier proyecto informativo que no fuera apoyado por grandes inversiones. Por consiguiente, los trabajadores y los más pobres perdieron su derecho de coadministrar un medio de comunicación, substituidos por las grandes fortunas.
Como se considera la información hoy en día una mercancía, no se la somete a criterios de autenticidad. La información está bajo las leyes del mercado.
La dinámica de la información es lo inmediato, que nos produce la sensación de entrar en el cine con una película ya empezada. No podemos olvidar que se omiten los antecedentes de los conflictos.
Cuando un periódico publica en su portada la boda de alguien de la monarquía europea y no una denuncia de Amnistía Internacional, seguramente no es por casualidad.
A pesar de su crudo análisis, Serrano no mata el sueño optimista de que otra forma de comunicación sea posible a través de una propuesta de educar a las masas, víctimas de la intoxicación de los medios empresariales.
Rosa, me parece que tocas un tema tremendamente real. Los poderes están detrás de los medios de comunicación. Tal y como vemos en los ejemplos que das, los grandes canales sirven a intereses políticos indignos. El periodismo, por desgracia, no sirve a la VERDAD. Los periodistas, por muy honestos que sean, están atados a su editores, que a su vez, para sobrevivir, justifican la mentira a cambio del apoyo de bancos y grandes corporaciones. El asunto se las trae porque dábamos por hecho, ingenuamente, que la independencia de los periodistas existía y que era la garantía del buen funcionamiento democrático. Con lo que hemos visto, parece claro que lo que hemos llamado "democracia" no es más que una cosmética de lo de siempre: las oligarquías del dinero nos mandan.
ResponderEliminarSin embargo, me llena de esperanza ver que Internet está aquí y que la gente, de forma espontánea, por hastío y por indignación, ha decidido movilizarse para que se oiga su voz.
Ojalá que las nuevas tecnologías sean capaces de abrirnos otros canales más libres para la protesta y el cambio que todos ansiamos.
Vamos a estar atentos a las señales...
Rosa, pienso que apesar de la libertad de prensa ser uno de los pilares de las democracias occidentales, la neutralidad de prensa es un espejismo, pues nadie los es. Creo que no es malo que una editorial, por ejemplo, siga o sirva una ideologia o un partido político. Lo malo es ocultarle tal hecho al público. También pienso que a las personas en general no les interesa leer entre lineas. ¿Qué te parece?
ResponderEliminarEsto me recuerda a una escena de la película argentina EL MURAL, donde el dueño de un periódico muestra personas comunes a su hijo diciéndole "estos nos pagan para que pensemos por ellos"...
ResponderEliminar¡Enhorabuena! Rosita. Creo que no hay salida. ¡Qué bien que tenemos nuestra revista para llorar nuestros sueños perdidos! Para mí, la democracia es un sueño perdido.
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