ESCRITURA CREATIVA
Por favor, ¿quién me ayuda? (parte III)
Laura Freitas
La calle era normal, ubicada cerca de la Universidad y como las demás calles de barrios residenciales mezclaba casas sencillas, grandes, medios y pequeños departamentos.
Paseé cinco veces delante de su puerta descolorida y abierta. La primera vez le dediqué una mirada fugaz, casi vi una fotografía. La última vez, una mirada penetrante y tranquila, puesto que el lugar me pareció pacífico.
Hace falta a la vida un poco de emoción. Odio la monotonía, por ese motivo estudio español en el Instituto Cervantes, mi profesora se llama Belén y mis compañeros son insistentes, pero realmente entré en esa casa solamente para ver si la foto que había descubierto en la pared era de la playa de Copacabana.
No di dos pasos en el ancho y largo pasillo, cuando escuché con todas las letras la palabra "homosexual" y ya me apresuraba a salir, pensando que a pesar de ser yo políticamente correcta, no quedaba bien una señora mayor en un antro de maricones, cuando un alto, gordo y sonrosado hombre salió corriendo después de haber gritado desaforadamente algo como:" te engañas si piensas que voy a sostener tu vida inmoral y escabrosa" y agregó: “se acabó la farsa”.
Claro, aquel líquido rojo que escapaba bajo la puerta era tinta, allí debía de vivir un pintor, pero no existía una explicación pragmática ante algunos hechos concretos: mis pies estaban pegados al suelo, mi ropa estaba tan mojada de sudor que uno pensaría yo me había bañado en una exuberante cascada, mi boca estaba abierta y seca, mis ojos aterrorizados y me invadía un sentimiento que un filólogo nombraría: pánico.
(continúa)
El gordo y sonrosado es un hombre público, un diputado o un ministro. Tiene un matrimonio de veinte años y cinco hijos. Nadie conocía su bisexualidad. Él sostiene Miguel, su amante que despilfarra su plata y todavia exige más y más. En el calor de la discusión comete el crimen.
ResponderEliminarCuando empieza la discusión, una vecina llama la policía, que atrapa el asesino cuando él intenta huir.
ResponderEliminarEntre la pareja homosexual, Miguel quiere un matrimonio con pompas y lujo. El otro no quiere concordar. Pelean y ocurre el asesinato.
ResponderEliminarEn la vida se coge lo que se siembra y la señora, exageradamente curiosa, merece un castigo.
ResponderEliminarLa pobre ya fue castigada con el susto, se nota el ambiente y una preparación para un asesinato y por supuesto de Miguel.
ResponderEliminarLa señora es el único testigo de un crimen y no resta otra alternativa al asesino que ententar acabar con la persona que podrá denunciarlo.
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarLas fotos están estupendas y de nuevo con el color de la nostalgia. La foto antigua de la playa de Copacabana está genial. Es un gusto tener un texto en Los Insistentes.
Gracias equipo querida y muchísimas gracias Redactora Jefa.
Amigos
ResponderEliminarMás que sugerencias noto los comentarios como verdaderas historias creativas.
Os agradezco de corazón y abrazos de hincha entusiasmada.
Quién asesina uno, asesina dos.
ResponderEliminarEl final del cuento está claro, la vieja curiosa es testigo de un crimen.
ResponderEliminarTodos en el conventillo son actores, y entrenaban para una a presentación. No se trata de asesino, pero, de un actor.
ResponderEliminarLa casa era una escuela de artes escénicas y todo se acaba de maravilla, todo no era más que teatro.
ResponderEliminarEl relato denuncia dos tendencias de nuestros días, las agresiones contra los homosexuales y el matrimonio gay.
ResponderEliminarEs una dama con malicia y suspicacia y por cierto nos sorprenderá, en verdad ella esconde un plan diabólico, es una fingida y responsable por labores terribles.
ResponderEliminarUn amigo de la señora pasa en la acera,la reconoce y la ayuda a escapar del local del homicidio, después llama a la policía por su móbil.
ResponderEliminarEstá claro que hay un asesino, él se lanzará ferozmente sobre la pobre señora.
ResponderEliminarMiguel y su cómplice, los verdaderos culpables, ya preparan todo para echar la culpa sobre la pobre dama.Ella será la única persona en el local y la policía la verá como sospechosa del asesinato , por supuesto la señora tendrá muchos problemas para librarse de la cárcel.
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarMe encanta leer las increibles sugerencias.
Muchas gracias queridos y muy creativos colaboradores.
Es el límite de la trama: un asesinato y ya se conoce el criminal, sin duda, es el amante de Miguel, no es posible añadirse más burlas, está todo muy evidente.
ResponderEliminarQuiero un final feliz y con emoción..Odiar la monotonía no es crimen.A mí también me encanta la emoción.
ResponderEliminar"...habría que ser tonta e inocente para entrar espontáneamente"... Ella entró espontáneamente y buscó ser engullida por los lobos. Ella eligió su sentencia.
ResponderEliminarLa sombría sentencia está lanzada, el mismo cuchillo que asesina uno (Miguel), asesinará la otra (la señora que odia la monotonía).
ResponderEliminarEs todo una trama de Miguel y su cómplice (amigo o amiga) para dejarla amedrentada y así, más fácil de ser enjaulada para después cobrar el recate a la familia.
ResponderEliminarMe dá pena pensar en la familia de la anciana, sin saber de nada, los pobres tendrán que pagar caro por su rescate o recibir un macabro regalo.
ResponderEliminarEs case Navidad, no hay espacio para desgracias, la señora no puede ser asesinada o sofrer un secuestro.
ResponderEliminarInterviene un jovencito chévere, que es boxeador profesional, él derroca y atraca el asesino y la salva.
ResponderEliminarEntonces la señora lo invita a sua casa para una merienda y alli, el luchador conoce la nieta de la simpática viejita. Los dos trendrán un lindo futuro.
ResponderEliminar¡No, el luchador era un príncipe encantado!
ResponderEliminarY ya nada importaba porque la nieta se enamora del luchador.
Todos quieren ser felices y comer muchas perdices.
Llegamos al punto donde no hay divinidad, por más divina que sea, que pueda ayudarme a conciliar tan abundantes y diferentes creaciones.
ResponderEliminar!Qué gente creativa!
Así que entrego la última parte a la equipo insistente con mi propia creación.
La señora y Miguel son inocentes. La culpa es toda del destino.
Queridos amigos, agradezco los comentarios geniales, es una enorme alegría tener cómplices tan esplendorosos y atravesar quatro partes de un relato con tan buenos y competentes compañeiros.