Cuando salía de mi casa para trabajar vi la noticia en la televisión. Era la mañana de un domingo. El suceso era muy grave, pero no había tiempo para saber todas las informaciones. Mi equipo, el conductor del coche y el fotógrafo, ya me esperaba delante de mi casa. Íbamos a hacer reportajes especiales para el diario donde trabajábamos. Desafortunadamente, el coche no tenía radio ni móvil, que en aquella época aún era un aparato de lujo.
Algunas horas después llegamos a la ciudad, ubicada en la sierra de Río de Janeiro, y paramos en un centro de compras para tomar un café y saber más detalles de lo ocurrido. El centro estaba lleno de personas pero no había ningún ruido. Una televisión dentro de un pequeño restaurante mostraba imágenes inolvidables.
Nos acercamos a las personas. Todas miraban atentamente la pantalla y parecían confusas y desoladas. Algunas lloraban. En aquel instante descubrimos la razón. Nuestro mayor ídolo había muerto.
El periodista de Rede Globo confirmaba la última noticia y las imágenes del accidente se presentaban repetidamente. En la curva de Tamburello, en el Circuito de Ímola, en Italia, el mayor piloto de Fórmula 1 de todos los tiempos perdía el control de su coche y se estrellaba contra un muro de concreto. Médicos lo sacaban del coche y un helicóptero trasladaba al piloto hasta el hospital. Algunas horas después estaba muerto.
Era la mañana de un domingo. Sin embargo, no era un domingo cualquiera. Era el Día Internacional de los Trabajadores, un día festivo para ser celebrado por todos. Pero el Primero de Mayo de 1994 se quedó en nuestra vida para siempre como una gran tragedia mundial. Aquel hombre que tantas alegrías nos había proporcionado en los domingos a lo largo de su carrera nos hizo llorar a todos.

Creo que todos se acuerdan del casco verde y amarillo, de la música tema y del piloto con la bandera brasileña al viento saludando al público en sus victorias. Su patriotismo era nuestro mayor orgullo. Imposible olvidar su gran destreza para conducir el coche bajo la lluvia. Además, a lo largo de su carrera logró más de 40 pole positions y 65 victorias, y ganó tres títulos mundiales (1988/1990/1991).
En julio de 1994, la selección brasileña de fútbol ganó el título mundial en los Estados Unidos y dedicó el tetracampeonato en homenaje al piloto, que también buscaba en aquel mismo año su cuarto campeonato mundial.

Desde hace 18 años los brasileños están buscando a un nuevo ídolo en la Fórmula 1. Sin duda, vamos a tener otros importantes pilotos de carreras, pero por ahora Senna es el único para nosotros. La frase que más he oído desde su muerte es que “las mañanas de los domingos jamás fueron las mismas después de Senna”.
Para disfrutar más del ídolo, pincha en esta frase y ve el documental sobre Senna Leer más...