
A pesar de las estratagemas utilizadas por los medios, como la omisión de hechos, el disimulo y, en muchas ocasiones, la mentira, existe una gran sensibilidad ciudadana en relación a la manipulación de los medios. Entre los ejemplos mencionados por Serrano está el del atentado de Atocha en Madrid el 11 de marzo de 2004. En esa ocasión, la población, por medio de móviles o de Internet, envió mensajes con alertas respecto a las dudas que existían sobre la “verdad oficial” del gobierno de Aznar. La falsa verdad de que ETA estaba implicada en el atentado se desenmascaró con una insurrección de millares de personas reunidas en la Puerta del Sol. Otro ejemplo es como los medios de comunicación de todo el mundo divulgaron como verdaderas, sin antes comprobar, las informaciones de la Casa Blanca que justificaron la invasión americana a Iraq. Mientras veíamos por la tele cómo Estados Unidos bombardeaba Iraq y se aprovechaba no solo para matar a su población, sino para quitarle su petróleo.
Cada día crece más el número de personas que se da cuenta de la existencia de ese sistema de fabricación de mentiras y de los mecanismos de censura utilizados en gobiernos “democráticos”. Es un error pensar que al tener más información, tenemos más libertad. En realidad, tenemos escasez de verdadera información. Lo que nos ocultan son formas de “censura invisible” utilizadas por gobiernos y por grupos de comunicación.
Según el experto en teoría de la comunicación y presidente de “Le Monde Diplomatique”, Ignacio Ramonet, la situación de los medios de comunicación es de crisis. No se puede negar el control cada día más descarado que los grupos de accionistas tienen sobre las líneas editoriales, sobre Internet y sobre la prensa gratuita.
A finales del siglo XIX se produjo la industrialización de la prensa. Ese desarrollo industrial consiguió lo que ningún gobierno había conseguido: alejar cualquier proyecto informativo que no fuera apoyado por grandes inversiones. Por consiguiente, los trabajadores y los más pobres perdieron su derecho de coadministrar un medio de comunicación, substituidos por las grandes fortunas.
La dinámica de la información es lo inmediato, que nos produce la sensación de entrar en el cine con una película ya empezada. No podemos olvidar que se omiten los antecedentes de los conflictos.
Cuando un periódico publica en su portada la boda de alguien de la monarquía europea y no una denuncia de Amnistía Internacional, seguramente no es por casualidad.
A pesar de su crudo análisis, Serrano no mata el sueño optimista de que otra forma de comunicación sea posible a través de una propuesta de educar a las masas, víctimas de la intoxicación de los medios empresariales.